Hay quien puede preguntar: ¿por qué círculos de tambores?
El ritmo es una fuente de expresión humana que ha estado presente para los seres humanos desde el momento en que la concebimos, y antes de eso, desde el momento en que se concibieron nuestros antepasados, una generación tras otra, durante miles de años.
Todos los animales existen en ritmo: los latidos del corazón, los latidos de las pezuñas en pisar, los latidos de las alas, todos los ritmos de la vida.
Nuestro planeta Tierra tiene sus propios ritmos: ritmos de sonido y silencio, ritmos de movimiento y pulsación, ritmos de luz y oscuridad, que no acaban de círculo alrededor del Sol.
La perfección de nuestra tierra y de nuestro universo descansa en ciclos de movimientos, en ritmos. Nuestras estaciones dan vida a diferentes ritmos. La brisa sopla por los árboles, hay movimiento, centelleos de luz. Las olas del océano nos pueden llevar a un lugar suave de calma o en un poderoso sitio de energía. Todo lo que vive tiene movimiento, movimiento repetido en ciclos, en ritmos.
El ritmo es inherente a toda la vida y, al tocar un tambor, nos acercamos a ese lugar de conexión profunda con los ritmos de la tierra y del cosmos, y volvemos a entrar en aquel lugar de perfección, donde se encuentra cada pieza del universo estando conectado con cualquier otra pieza del universo.
Los ritmos que abrimos al tocar, los que nos tocan, nos ajustan a la alineación con los ritmos antiguos de nuestros antepasados.
Podemos encontrar aquel lugar de armonía y de conexión profunda cuando estamos en un círculo de percusión juntos.
Fuente: Patricia Hatfield http://harmonydrumcircles.com/vision